Es una infección producida por el virus de la hepatitis B (Vhb) que ataca al hígado, puede volverse crónica y causar cirrosis, cáncer de hígado o insuficiencia hepática. Se trata de una de las infecciones de transmisión sanguínea y sexual de mayor crecimiento en la región.
Este virus es cien veces más infectivo que HIV y diez veces mayor que el de hepatitis C. Hay mayor prevalencia en la población adulta a pesar de la creciente prevención por la vacuna.
Esta infección suele cursar sin síntomas, y a menudo no se detecta hasta que ya se está en las instancias finales. Se estima que el 2% de la población latinoamericana padece hepatitis B crónica.
Las principales propuestas se destaca en la vacunación universal de recién nacidos, preadolescentes y adultos en riesgo, detección de personas en riesgo, tratamientos de infectados con el virus, educación a agente sanitarios y población en general.
La elección de tratamiento va a depender de las características del paciente, del estadío de la lesión hepática y de las características del virus, que deben ser evaluadas por los especialistas en esta materia.
Consejos: Vacunar a toda la población (vacunación universal), para evitar la hepatitis B. Efectuar el test de detección para identificar a las personas que puedan tener la infección crónica, pertenecientes a grupos de riesgo. Una vez hecho el diagnóstico, el tratamiento debe ser individualizado. Gracias a los medicamentos disponibles es posible evitar la evolución de la enfermedad, incluso el trasplante de hígado.
Los principales factores de riesgo para contraer la infección son: Madre, hermanos o contactos sexuales VHB positivos, uso de drogas inyectables, hemodiálisis, transfusión, piercing o tatuajes, VHI positivo.
Será necesario educar a los profesionales de la salud para que le pidan el test para detectar la hepatitis a la población de riesgo, sobre todo porque es una enfermedad asintomática que puede progresar en silencio. Cuando la enfermedad se manifiesta puede ser ya tarde.
Este virus es cien veces más infectivo que HIV y diez veces mayor que el de hepatitis C. Hay mayor prevalencia en la población adulta a pesar de la creciente prevención por la vacuna.
Esta infección suele cursar sin síntomas, y a menudo no se detecta hasta que ya se está en las instancias finales. Se estima que el 2% de la población latinoamericana padece hepatitis B crónica.
Las principales propuestas se destaca en la vacunación universal de recién nacidos, preadolescentes y adultos en riesgo, detección de personas en riesgo, tratamientos de infectados con el virus, educación a agente sanitarios y población en general.
La elección de tratamiento va a depender de las características del paciente, del estadío de la lesión hepática y de las características del virus, que deben ser evaluadas por los especialistas en esta materia.
Consejos: Vacunar a toda la población (vacunación universal), para evitar la hepatitis B. Efectuar el test de detección para identificar a las personas que puedan tener la infección crónica, pertenecientes a grupos de riesgo. Una vez hecho el diagnóstico, el tratamiento debe ser individualizado. Gracias a los medicamentos disponibles es posible evitar la evolución de la enfermedad, incluso el trasplante de hígado.
Los principales factores de riesgo para contraer la infección son: Madre, hermanos o contactos sexuales VHB positivos, uso de drogas inyectables, hemodiálisis, transfusión, piercing o tatuajes, VHI positivo.
Será necesario educar a los profesionales de la salud para que le pidan el test para detectar la hepatitis a la población de riesgo, sobre todo porque es una enfermedad asintomática que puede progresar en silencio. Cuando la enfermedad se manifiesta puede ser ya tarde.
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